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INTRODUCCIÓN
En los últimos tiempos se empieza a
pensar de los agricultores que vivimos de subvenciones y que somos poco menos
que depredadores del medio, roturando montes y veredas, contradiciendo lo que
Cicerón decía: "El oficio de agricultor es el oficio mas digno del
mundo" Los agricultores de hoy deberíamos
interesamos en cambiar esta imagen equivocada, y hay que, además de ser dignos,
que lo somos, parecerlo. En realidad, las imágenes de cazadores
de subvenciones y de destructores del medio ambiente, por lo general, no son
ciertas, sin embargo, tenemos que empezar aceptando que en los últimos años,
por circunstancias diversas, los agricultores nos hemos convertido en el punto
de mira de una sociedad que, acostumbrada a ver a la clase rural como la
cenicienta de los sectores productivos, nos ve ahora con privilegios y
destinatarios de grandes presupuestos europeos, que realmente vienen a compensar
unos precios de la producción agrícola que de otra manera tendrían
consecuencia en los precios al consumo. Dicho esto yo propongo que nos hagamos
varias preguntas. ¿Que hacer para que nuestra profesión alcance el trato
social que la corresponde?, ¿que hacer para competir en los mercados cada vez
mas mundializados y agresivos?, ¿que hacer para mejorar económicamente, sin
deteriorar la tierra, prestada por nuestros antepasados, que como tal préstamo
debemos devolver?, ¿que hacer, en definitiva, para mejorar nuestra calidad de
vida sin perjuicio de las generaciones venideras?. Estas preguntas deberían ser la
constante en nuestra actividad diaria; aunque la respuesta no la encontremos,
ello serviría para concienciarnos de que algunas de las practicas agrícolas
actuales no solo son antieconómicas, sino que son también
anticonservacionistas. A partir de esta consideración podríamos cambiar
ciertos hábitos y costumbres agrícolas que en nada contribuyen a eso que
llamamos desarrollo sostenible, al que cada día se le da mas importancia social
y política, es por ello que determinadas ayudas a la agricultura en un futuro
cercano pudieran estar condicionadas de tal manera que solo las recibirán los
agricultores que en su actividad profesional cumplan criterios agroambientales. Después de esta pequeña
reflexión general, sin pretender dar respuesta definitiva a ninguna de las
interrogantes expuestas, yo quisiera explicar mi idea de lo que debe ser una
agricultura donde puedan ser compatibles tres premisas básicas, Viabilidad,
Rentabilidad y Respeto a nuestro gran patrimonio, la Tierra.
AGRICULTURA PRACTICA
Creo que ha llegado la hora de cambiar
la idea de agricultor-labrador por la de agricultor-productor, ya que quizás
estemos demasiado tractorizados y sobredimensionados en caballos de potencia por
hectárea cultivada, siendo este uno de los parámetros que inciden directamente
en nuestros costos de producción. En la agricultura extensiva lo practico, no
siempre, es comprarse el tractor mas novedoso y potente del mercado, mas grande
que el del vecino, y equiparle con costosos aperos para emplearle en labrar
excesivamente nuestros campos. En muchas ocasiones se están labrando
subsuelos, y nos olvidamos de crear el suelo superficial fértil, que es en
definitiva de donde se nutren nuestros cultivos en su fase inicial. Como
cualquier ser vivo, este primer estadio es fundamental, la planta crea su
estructura de raíces para cuando sea adulta, y su medio natural viene a ser la
primera capa de la tierra, que es la más fértil y meteorizada. El tópico que
dice "ara hondo, echa basura y ríete de los libros de agricultura",
viene a ser una teoría antigua que no se sostiene, a mi se me ocurre acuñar
otro que diría: "arar mucho es una manía, crea materia orgánica y lee
agronomía"; fijémonos en varios detalles: las cunetas de las carreteras,
los ribazos y los terreros, las riberas de los arroyos y ríos, no se aran nunca
y es precisamente donde observamos que la vegetación suele estar mas
desarrollada; esto demuestra que el factor limitante para una buena implantación
del cultivo será cualquier otro, pero no es el no haber movido la tierra. Una de las cuestiones decisivas que
inciden en nuestro sector, sin duda, son las políticas agrarias que se diseñan
y que a veces, limitan las posibilidades de nuevas técnicas, ya sea porque no
se apoyan lo suficiente, ya sea porque no se actualizan. Estos asuntos tan amplios para el debate
no son cosa de discutirlos aquí; sin embargo quiero extenderme en un aspecto
muy concreto y urgente de resolución política, me refiero a la Normativa sobre
Pastos y Rastrojeras que supone un condicionante para realizar bien la Siembra
Directa. Vaya por delante que yo no pretendo
terminar con la ganadería extensiva tradicional, y que las actividades agrícola
y ganadera pueden y deben ser complementarias dentro de un mismo territorio, con
ello evitamos el despoblamiento de nuestros pueblos, diversificariamos la
producción agraria y, en definitiva, continuaríamos generando riqueza en el
sector rural, pero la única forma de compatibilizarlas ha de ser a través de
acuerdos de comisiones mixtas que regulen el aprovechamiento de rastrojeras, sin
contravenir intereses agrícolas y siempre partiendo del principio de la
propiedad, puesto que no se debe ignorar que todas las fincas rusticas tienen su
dueño y que es este quien tiene el derecho de decidir su uso, y nadie mas debería
ocuparlas sin su autorización expresa. La forma en que los rebaños de ovejas
están transitando y pastando nuestros campos, es incompatible con la nueva
agricultura; resulta inconcebible que en el final del siglo XX exista supremacía
de las ovejas sobre las tierras de cultivo, que es, por cierto, según mis
referencias, una circunstancia que no se da en ninguna otra parte del mundo. El
hecho de que no se reglamente bien este pastoreo tan indiscriminado y anárquico,
supone dañar a la agricultura en general y resulta doblemente nefasto para
determinadas técnicas, como lo es el Laboreo de Conservación. Sobre estos rebaños de ovino existen
informes técnicos que aseguran que en muchos casos son los causantes de la
transmisión de determinadas plagas, así como de la propagación de las malas
hierbas. Centrándome en la siembra directa se
sabe que tiene limitaciones como son: la excesiva compactación en superficie de
nuestras tierras, y ello es debido, en muchas ocasiones, al momento inoportuno
en que pisotea el ganado nuestras parcelas. Otra influencia negativa de las ovejas
es el hecho de que pasten en los días anteriores a los tratamientos con
herbicidas, esto resta eficacia al producto, porque a las malas hierbas a
controlar les falta superficie foliar y ello dificulta mucho su absorción,
hasta el punto de que mi experiencia me dice que hemos de doblar la dosis cuando
se dan estos casos. Hay una tercera razón para que este
ganado deje de pastar indiscriminadamente en nuestros campos destinados al
laboreo de conservación; como se sabe una de las muchas ventajas de esta técnica
es el almacenamiento de humedad en el suelo, ello se consigue facilitando la
penetración del agua de lluvia a través del rastrojo en pie, por su función
de tubo o canal que llega hasta el extremo de sus viejas raíces, se deduce fácilmente
que si las ovejas pisan este campo, nuestras rastrojeras quedan en posición
horizontal, y con ello se anula la ventaja expuesta. Existe una dificultad añadida, y es que
los residuos del cultivo anterior estando perpendiculares al suelo no dificultan
la labor de siembra, muy al contrario sucede si quedan tumbados, embozándose la
maquina sembradora porque ocupan mucha mayor superficie en el terreno. Dentro de
esta critica al actual régimen de pastoreo, debo hacer mención
a un argumento al que recurren con frecuencia los ganaderos y que yo
acepto razonable, me refiero a la invasión de veredas, cañadas reales, majadas
etc.... que en todo caso tienen culpables individuales a los que habrá que
pedir responsabilidades por su apropiación indebida. Los agricultores y ganaderos tienen que
cohabitar en nuestro medio rural, como ya he dicho, pero son hoy
especializaciones distintas, con intereses diferentes, al contrario que en el
pasado, cuando las explotaciones eran mixtas y el ganado de todos pastaba en las
fincas de todos. Existen muchas reivindicaciones por
hacer, pero este aspecto debería contemplarse en todas las políticas de
desarrollo integral rural, elaborando normas y reglamentos consensuados por las
partes, que sean mas racionales y lógicos, y que, en todo caso, no limiten
posibilidades agrícolas. AGRICULTURA COMPETITIVA
El oficio de agricultor requiere todo
esto, pero además es que nuestra producción no se realiza bajo teja, ni en una
cadena de montaje o con un proceso industrial informatizado o automatizado,
nosotros dependemos de lo que yo llamo el Consejo de Administración de Lluvias,
Heladas y Fenómenos Meteorológicos Diversos, en el que nuestro único
representante es San Isidro, que parece tener poca influencia y por eso lo
tenemos especialmente difícil. Los agricultores, para conseguir ser
competitivos y contrarrestar algunas malas decisiones de los administradores del
clima, tenemos que evolucionar, tanto en cultivos como en técnicas de producción
más adaptables a las circunstancias. Reducir costos, dimensionar mas nuestras
explotaciones y favorecer que nuestros sembrados tengan para mas tiempo reservas
de agua; conservar el suelo, evitando la erosión y no destruyendo masa vegetal,
enriqueciendo nuestra tierra con materia orgánica. Por otra parte, en los últimos años se
ha dado un gran salto en la tecnificación y disponibilidades de medios en la
agricultura, para aprovechar todo este potencial y que se traduzca en
rentabilidad, nuestra preparación ha de ser más amplia y diversa, si cabe, que
la de cualquier otro productor, ya que tenemos que asumir la condición de
propietario, gerente, administrador, técnico en mecánica, en herbicidas,
semillas, fertilizantes, etc. y, por supuesto, la de constante trabajador
directo sin convenio laboral alguno. Desde el punto de vista de los costos,
hemos estado influenciados en exceso por el consumismo, en la creencia de que
gastando mucho se cosechaba más; un ejemplo de ello son las labores de
preparación del suelo para la siembra convencional en cultivos extensivos, que
suponen en muchos casos el 40% de los costes de producción, estos trabajos los
podemos sustituir por tratamientos con herbicidas de baja peligrosidad y sin
efecto residual. Él termino "empresario",
parece que sea exclusivo de los gestores de otros sectores productivos, como si
en una explotación agrícola no hubiera nada que gestionar; mas bien a mí me
parece que nuestra condición de sector primario nos lleva a depender demasiado
del sector secundario, e incluso del terciario. Por todo ello, este concepto,
hoy, ha de ser mucho más amplio e integrar a todos los Productores Agrarios,
propietarios de fincas, o no; grandes, medianos o pequeños, como si de otro
sector productor se tratara. Muchos de los males históricos de la agricultura,
seguramente derivan de no haber asumido esta definición y no haber aceptado que
nuestros planteamientos productivos hemos de diseñarlos desde esquemas
empresariales, que consisten en algo tan sencillos tan complejo a la vez, como
es la de obtener rentabilidad económica en el negocio, vendiendo la producción
por encima de los costos. Estoy seguro de que esto siempre nos lo hemos
propuesto y no siempre lo hemos conseguido. Estoy convencido, también, de que
muchas veces las previsiones nos fallan porque no contemplamos factores que
intervienen en nuestro negocio, que podríamos controlar desde una visión de
empresa. Recuerdo algo que nos comentaban
nuestros compañeros productores agrícolas en Canadá, nos decían:
"nosotros calculamos lo que vamos a obtener de producción, y en función
de esto invertimos en ese cultivo"; todo lo contrario de lo que hacemos
nosotros, primero invertimos y luego esperamos las decisiones de San Isidro y de
los mercados. Especialmente en el apartado de costos,
es donde nuestras explotaciones son mejorables, porque existe una relación
desproporcionada entre gastos de producción y kilos cosechados en los cultivos
extensivos de nuestro país. Lo que esta ocurriendo en estos últimos
años en la agricultura española, en cuanto a rentabilidad final del sector, es
la suma de una serie de circunstancias favorables. No podemos caer en el error
de creer que esta coyuntura va a seguir por mucho tiempo y pensar que,
"todo el monte es orégano".
AGRICULTURA DE CONSERVACIÓN
El progreso mal
entendido de la humanidad en general esta comprometiendo seriamente la capacidad
de la tierra y del suelo para que pueda seguir dándonos sus frutos. La llamada era industrial ha sido la
principal culpable del deterioro medio ambiental y ha contagiado al sector
agrario sus formas irracionales de producir. La introducción de criterios
ecologistas en las formas de producción industrial implica casi siempre, el
aumento de costos y esto se comprende ya que se trata de conseguir un producto
natural partiendo de un proceso artificial; en la agricultura tradicional se
encarecen los costos, pero por el contrario, se interfiere demasiado en el
proceso de producción natural de nuestro suelo con el exceso de productos y
labores artificiales; durante décadas las tierras destinadas a la agricultura
han sido esquilmadas y compensadas sus perdidas con aportaciones exageradas de
abonos químicos, con ello hemos prolongado su fertilidad artificialmente, pero
hemos limitado también la capacidad natural que tienen nuestros suelos de
autorregenerarse. Según los técnicos especialistas, mi
propia experiencia y la lógica, el laboreo incorrecto e irracional constituye
un riesgo para la agricultura y contribuye dramáticamente a aumentar la erosión,
y con ello la perdida de fertilidad y de capacidad productiva de los suelos, al
mismo tiempo que encarece los costos al mantener sistemas agrícolas
inapropiados. Esto se agrava con la quema de rastrojos, que representa además
la emisión masiva y muy rápida de CO2 a la atmósfera, por lo que contribuye
al comprobado aumento de dióxido de carbono, que parece ser una de las causas
del efecto invernadero del que tantos daños empiezan a notarse en nuestros
campos. La forma de labranza tradicional
destruye gran parte de la fauna viva de nuestros suelos, que resulta ser muy
positiva para nuestros cultivos; siendo especialmente destructivas estas labores
para una de las principales aliadas de los agricultores, que son las lombrices. Como dato ilustrativo, desde épocas
remotas, hace mas de dos mil años, en Egipto los faraones, por medio de
edictos, protegían las lombrices impidiendo extraerlas del medio natural. El
naturalista Charles Darwin, en el siglo pasado estudio estos anélidos,
afirmando que mucho antes de ser labrada la tierra por el hombre, ya lo hacían
las lombrices de forma natural, concluyendo que eran individuos muy útiles para
la fertilidad de los suelos y que mejoraban sus características físicas. En un conteo que yo mismo he realizado
en un metro cuadrado de tierra labrada de forma convencional, he podido
encontrar, en la primera capa de tierra, entre cinco y diez centímetros, dos
lombrices; en este mismo conteo, hecho en parcela de siembra directa en su sexto
año, el resultado ha sido de cuarenta y dos. Por otra parte, el laboreo de conservación
nos permite dejar sobre el suelo los residuos del cultivo anterior, lo cual
resuelve, en gran parte, el problema de la erosión, se conserva mejor la
humedad del suelo, permitiendo a la vez mayor permeabilidad y aumentando la
materia orgánica y, en definitiva, la vida en nuestras parcelas. Intento demostrar que la agricultura de
conservación es una opción capaz de general márgenes económicos, preservando
el recurso más importante para nosotros y las generaciones venideras que es el
suelo. El llamado aquí laboreo de conservación
es sinónimo de Agricultura Sustentable; este concepto es el que manejan
nuestros compañeros argentinos, brasileños y chilenos. Yo he tenido la suerte también de
visitar estos países y conocer su agricultura. Sobre todo me llamo muchísimo
la atención el grado de sensibilidad que se apreciaba respecto al suelo y su
conservación; llega a ser una obsesión por parte de algunos de los
productores, que calificaban de agresión cualquier forma de cultivo que
conllevara él más mínimo cambio en la estructura natural de la tierra. Tengo que reseñar que en Sudamérica
tienen niveles de materia orgánica en sus suelos diez veces superiores a los
nuestros, y que por tanto, se podrían permitir perder algo de su fertilidad. En
nuestro país, sin embargo, a poco más que perdamos, tendremos un autentico
desierto. Hace dos años, en Kenia, tuvo lugar una
convención internacional sobre desertificación, organizada por la ONU. ; los
datos que se han publicado sobre España hablan de que más del 40% de nuestra
superficie esta afectada; una de las causas de este Proceso de desertificación
se dice que son las malas técnicas agrícolas. La agricultura seria, lo es ya, la
principal afectada por estos males, y los agricultores hemos de ser los primeros
en intentar poner freno a este deterioro de nuestro medio de vida y sustento. SIEMBRA DIRECTA (LABRANZA CERO)
En la época que yo empecé a cambiar
las formas de siembra, la agricultura sufría un gran retraso técnico y
profesional con respecto a otros sectores; había muchas cosas por hacer para
mejorarla, y precisamente leyendo mucha agronomía, y asistiendo a conferencias,
adquirí la base técnica suficiente como para iniciar la experimentación de
nuevos cultivos, nuevas variedades de semillas y otras técnicas mas rápidas,
mas baratas y menos agresivas. Mi primera experiencia con siembra
directa fue hace quince años, cuando Monsanto me presto una maquina de discos
fabricada en Irlanda (Moore), sembré con ella parcialmente mi explotación
durante dos años; daba muchos problemas, sobre todo trabajando con humedad y
con piedras; creyendo en la técnica y con perseverancia insistí durante dos años
mas, finalmente tuve que desistir por sus resultados. Todo aquello me sirvió
para adquirir experiencia y saber como no hay que hacer la siembra directa. En
este caso la idea era mas avanzada que la maquina. En 1986 asistí al Primer
Simposium Internacional sobre Mínimo Laboreo y Siembra Directa en Cultivos Herbáceos
que se celebro en Madrid, que vino a reforzar mucho más mis teorías. Sucedieron unos años de transición
haciendo mínimo laboreo, esperando que alguien diseñara una maquina mejor, mas
adaptada a las condiciones de suelo de mi explotación; esta no llegaba y comencé,
en 1988, a hacer siembra semidirecta con mí maquina convencional, incluyendo en
la misma pasada un pequeño kongskilder. En estas condiciones el resultado económico
final me reportaba, beneficios, a pesar de no ser, ni mucho menos, la forma mas
apropiada para realizar una buena siembra. Adquirí en el año 1992 una de las
dos primeras maquinas especificas de fabricación nacional que se
comercializaron en nuestro país; desde ese año, y con la experiencia adquirida
anteriormente fui mejorando la técnica, consiguiendo muy buenos resultados,
tanto en producciones como en beneficios económicos. En la actualidad cultivo quinientas
cinco hectáreas de secano y catorce de regadío. Para realizar estas labores
todo mi parque de maquinaria consiste en un chisel, un buen equipo de
tratamiento con marcadores de espuma, una maquina de siembra directa, una
abonadora, una pala cargadora, un remolque y un tractor de ciento treinta
caballos de potencia, quiere decir esto que mi índice de caballos por hectárea
es de 0'25, por lo tanto 5 veces por debajo, no ya de la media española, sino
también de la europea. Procuro si se trata de una parcela que
trabajo por primera vez hacer una labor vertical profunda de chisel, con pocos
brazos y reja cavadora (un semisubsolado); el fin que persigo es romper suela de
labor generada por las labores horizontales de los anteriores agricultores a lo
largo de los años. A partir de aquí y en lo sucesivo, realizo siempre la
siembra directa, o en su caso, siembra sobre cubierta vegetal establecida. Mi
experiencia máxima, dentro de la misma parcela y en siembra consecutiva es de
ocho años, observando mejores resultados cada año, puede deducirse que en la
medida en que se va mejorando la estructura natural del suelo las cosechas son
mejores. La alternativa de cultivos me la planteo
a seis años, y consiste en poner girasol el primer año, para seguir rompiendo
suela; el segundo año siembro trigo, el tercero leguminosas (veza, yeros,
garbanzos), cuarto trigo, quinto colza y sexto trigo. En estos últimos años he incorporado
también el lino oleaginoso, y en las parcelas de mejor calidad, el lino textil
y el cáñamo; a titulo experimental conozco el kenaf, las mostazas, los
amarantos, cultivos destinados a biomasa, y varios otros para utilización
industrial y por tanto no alimentaría; en todos los casos, las variedades que
incorporo de forma extensiva a mi explotación, las tengo previamente probadas y
contrastadas en microparcelas de ensayos; para ello tengo destinadas a este fin
cinco hectáreas de mi explotación, que utilizo también para experimentar con
distintos herbicidas y fertilizantes, asesorado siempre por técnicos
especializados. Una parte de la siembra directa la realizo sobre cubierta
vegetal, a la que yo califico "agricultura de recuperación", que
consiste en establecer una cubierta forrajera, y sobre ella realizar la siembra
definitiva del cultivo. Decir también, que la gran parte de mis producciones
son multiplicaciones de semillas en colaboración con distintas casas
productoras, lo cual demuestra que cumplen las exigencias en cuanto a calidad y
limpieza que pide el Instituto Nacional de Semillas y Plantas de Viveros. Desde mi punto de vista, esta técnica
tiene ventajas y, por supuesto, limitaciones; para conseguir aprovechamos al máximo
de estos beneficios y aminorar los inconvenientes hemos de contemplarla,
siempre, dentro de un plan integral de mejora de nuestra explotación; y para
obtener los resultados apetecidos tenemos que complementarla con una serie de
practicas que son: 1.- Pensar que parcelas destinaremos para
siembra directa antes de cosechar, como norma general tendremos que dejar el
rastrojo lo mas alto posible cuando se trate de siembra con maquina de discos, y
segarlo mas bajo cuando la siembra la vayamos a realizar con maquina de reja; no
pisar la parcela innecesariamente ni con los remolques ni con la maquina, y es
imprescindible empacar, o mejor, trillar la paja. 2.- Elegir el tipo de maquina
que mejor se adapte a nuestro campo, valorando sus prestaciones y costo de
adquisición; siendo importante su elección, no es, desde mi punto de vista, el
factor mas decisorio de cara a conseguir una buena cosecha. 3.- Los tratamientos con herbicidas:
este apartado es absolutamente determinante para el éxito de esta siembra, y
dependerá de como manejemos estos productos. Ejemplos: momento de aplicación y
posibles mezclas, dependiendo del tipo de hierbas, estado vegetativo, humedad en
el suelo, temperatura ambiente, horas de luz, residuos vegetales en superficie,
características del equipo, calidad del agua y, capacitación del tractorista. 4.- Fertilización; hay que partir del correspondiente análisis de
nuestra tierra, y en función de este resultado la aportación del abonado ha de
ser lo mas apropiada para el cultivo que vamos a sembrar, esto es valido también
para la siembra convencional; quiza en siembra directa, en los primeros años,
tengamos que emplear un quince o un veinte por ciento mas en unidades de
nitrogeno, para ayudar a la descomposicion de los residuos vegetales. 5.- Forma de siembra; procuraremos sembrar perpendicularmente a las líneas
de la cosechadora; al principio, hasta que tengamos cubierta vegetal abundante,
utilizaremos un diez por ciento mas de semilla; la profundidad de siembra
dependerá del tipo de maquina y de como queden de compactadas las líneas, de
la humedad y de la época en que se realice esta labor, y por supuesto, de las
características de la semilla; en general podría aconsejar, que la semilla ha
de localizarse más superficial que en una siembra convencional, en el caso de
la siembra de otoño, y más profunda en la siembra primaveral. 6.- Rotación de cultivos.
Una adecuada alternativa de cultivos equivale a diversificar riesgos, y es,
desde el punto de vista agronómico, una practica aconsejable para cualquier
explotación. En el caso de la siembra directa adquiere especial relevancia y
tiene grandes ventajas añadidas tan importantes, que podrían determinar el éxito
o el fracaso de la técnica, por varias razones. Esta practica nos facilita el control de
algunas hierbas bianuales y de gramíneas como el bromus, al poder tratarlas con
herbicidas selectivos. La siembra consecutiva de un mismo
cultivo, se sospecha que pudiera acentuar el riesgo de plagas y enfermedades
criptogamicas endémicas, sobre todo en terrenos con abundante cubierta vegetal.
Alternando los cultivos atenuamos el peligro porque las plagas y enfermedades
suelen ser distintas para cada uno de ellos, y siempre nos resultara más fácil
su control. Al mismo tiempo, en el caso de cultivos
con raíz pivotante, como colza o girasol y en menor medida el lino, nos rompen
suela de labor y nos trasladan mas abajo los abonos de superficie y el agua,
ejerciendo una labor de arada natural mejorando muchísimo la estructura física
de nuestra tierra. Los residuos vegetales aportados por las
diferentes especies nos dejan en superficie una cubierta vegetal mucho más
heterogénea y beneficiosa para nuestro campo por las distintas restituciones
que nos aportan; estos cambios de rastrojeras nos facilitan también las labores
de siembra. Como ya sabemos, los márgenes
comerciales que obtenemos por hectárea son muy reducidos, por lo que estamos
obligados a sembrar mucha superficie para lograr beneficios suficientes.
Alternar cultivos con distinto ciclo vegetativo nos permite ampliar la campaña
de siembra, adaptando cada cultivo a su época adecuada; disponiendo de un
tiempo real de siembra que va de Septiembre a Mayo; en todos estos meses podemos
sembrar, que no arar, muchas hectáreas. Una de las preguntas que con
insistencia se me hace es que cada cuantos años seria conveniente alternar
siembra directa-siembra convencional, la respuesta es nunca, y los cultivos
todos los años. Hasta que no llego la moda subvencionada
del girasol, gran parte de las explotaciones de secano se dedicaban a producir,
casi en exclusiva, cereales; esta muy bien aprovecharnos de esas coyunturas de
las ayudas; en cualquier caso, esto siempre debe de ser el complemento y no la
base de nuestro proyecto de siembra. Yo sé sobradamente que los planteamientos
que hacemos no siempre se pueden cumplir por imperativos del clima, sin embargo
es imprescindible que tengamos diseñado este plan de cultivos desde mucho antes
de la campaña. En definitiva, yo no concibo la
agricultura viable, a medio plazo, que se base en el monocultivo y sin
considerar una adecuada rotación; esta alternancia en cultivos será distinta
en cada zona y en cada explotación, pero en todo caso aconsejable, ello a pesar
de las dificultades que pueda tener, tanto de comercialización como de adaptación
a determinados climas, de todo ello yo soy consciente
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